Luego dijo Jesús: Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso. (Mateo 11:28 NTV).
Una vez me contaron una historia de una persona que iba de camino a su casa con una carga de leña, muy pesada, ¡por cierto! de vez en cuando se detenía a ver si alguien pasaba en su carro y le daba un aventón y cuando se subió en la parte trasera de un carro e iba siempre de pie con su carga en la espalda.
Como hijos de Dios en muchas ocasiones olvidamos lo que Jesús nos dice en su palabra; venid a mí todos, aquí observamos que ir a él y soltar nuestras cargas es una decisión personal, cualquiera que sea esa carga. Dios no nos obligará a que le entreguemos lo pesado que andamos en nuestros hombros, que muchas veces hasta es reflejado físicamente cuando caminamos jorobados.
Quizá la carga que llevas en este preciso momento es una enfermedad, el desempleo, la falta de perdón, el desánimo, el estrés, la ansiedad, la depresión, un hábito pecaminoso, la culpa o vergüenza por algún pecado etc., no sé qué nombre lleva tu carga y que tan exhausto, cargado y agobiado estés por andar cargando en tus hombros algo que no te corresponde. Lo único que te puedo asegurar es que si tomas la decisión en este preciso momento de ir y soltar esa carga en los brazos de tu amado Salvador Jesucristo encontrarás el descanso que hace tiempo él te está ofreciendo.
El Salmo 55:22. Nos dice: Entrégale tus cargas al Señor y él cuidará de ti, esto me lleva a reflexionar que llevamos muchos dolores físicos y emocionales producto de esas cargas que debemos rendir a los pies de Cristo. Por más que oremos por salud física o emocional no la encontraremos si persistimos en ese estilo de vida.
Amado (a) suelta de una vez ese equipaje y ríndelo a Cristo, no continúes cargando lo que te está desviando del propósito divino, el cual no es la voluntad de Dios que vivas con el porque te está llevando camino a la destrucción. Él se deleita en que le rindamos nuestras cargas porque conoce que solos no podemos con ellas.
Nancy Flores