Una vida influenciada por Dios se ilustra en la Biblia como un árbol floreciente plantado por Dios a través del trabajo de Sus manos. Aquellos que confían en Dios pueden ser como un árbol plantado por una corriente de agua, cuyas hojas son siempre verdes y siempre dan fruto (Salmo 1:3). Cuando Jesús anunció su ministerio en un mundo quebrantado y esclavizado al leer el libro de Isaías, dijo que no solo sanaría a las personas, sino que podría transformarlas en “robles de justicia”. (Isaías 61:3)
Si eres un seguidor de Cristo, la semilla del discipulado está plantada en tu vida. El deseo de Dios es que desarrolles raíces profundas, te fortalezcas y experimentes todo Su poder y presencia.
Desafortunadamente, demasiados discípulos nunca se desarrollan completamente y sufren las consecuencias de una vida superficial. En un estudio de seis años realizado por el investigador y autor cristiano George Barna, se identifican diez etapas en el viaje cristiano para experimentar plenamente a Dios y su integridad. Según Barna, solo uno de cada veinte cristianos (5%) pasa más allá de la etapa seis. Dios desea que cada discípulo experimente las diez etapas.
Amigo (a), así como un árbol crece desde el centro, también tienes la capacidad de crecer cuando te enfocas en el centro de quién eres y en lo que puedes convertirte en Cristo.
¡Atrévete a pedirle a Dios que te ayude a cultivar raíces profundas y florecer
Pr. Jorge Escobar
