Buscamos tener siempre abundancia y prosperidad en este mundo, la mayoría de la gente vive preocupada por sus finanzas y tiene la mentalidad de guardar y tener siempre más, por temor a quedarse sin dinero. Y esa mentalidad, que probablemente nos transmitieron nuestros padres, afecta nuestra manera de pensar, porque la motivación de juntar dinero se basa en el miedo y no en honrar a Dios.
Muchos piensan que pueden tener la paz que necesitan, otros, lo ven como señal de prestigio, de seguridad, de poder y hasta de ser alguien importante.
La verdad es que tenemos anhelos de cosas espirituales porque así fuimos creados e intentamos llenar esos anhelos acumulando cosas de este mundo. Algunos, propiedades, para otros son las joyas, hay unos que coleccionan autos.
El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad. Eclesiastés 5:10
Y no tiene nada de malo tener o desear tener dinero. No tiene nada de malo lograr coleccionar bienes materiales. En la Biblia no dice en ninguna parte que el dinero sea malo. Es el amor por el dinero lo que lo hace problemático.
Cuando sentimos que necesitamos del dinero para sentirnos llenos, llegamos a hacer cosas que no debemos. Llegamos a adorar la abundancia y la prosperidad, y hacemos de las riquezas nuestro Dios. No se puede servir a dos amos y nuestro amo es Dios.
Necesitamos otra perspectiva de la abundancia y la prosperidad
Si entendemos la perspectiva de tener riqueza o prosperidad como medio para servir mejor y ayudar en lugar de tener poder y control sobre otros, entonces tendremos una relación redimida con la prosperidad y la abundancia.
Usar el dinero como herramienta para el bien en lugar de hacerlo nuestro ídolo, nos va a hacer notar que el dinero pasa por nuestras manos y sigue su curso. No lo tratemos de acumular sin propósito ni lo negamos a una persona que vemos que podemos ayudar.
Es importante porque debemos entender que todo lo que nos llega, todo lo que tenemos nos lo ha dado Dios.
También es bueno recordar que: “el ojo misericordioso será bendito”. Si hoy tienes los recursos para llevarte un pan a la boca, si tienes un techo donde resguardarte y un abrigo para cubrirte del frío, eres rico. No sacrifiques lo valioso por perseguir el dinero; si notas que tu trabajo te está quitando calidad de tiempo con tu familia, con tu cónyuge, con tu ministerio, es momento de reflexionar y cambiar las cosas, es hora de romper el círculo del dinero e invertir tu vida en lo que es verdaderamente importante.