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Cuando Dios te ha dado un regalo tan grande como un hijo, descubrimos un nuevo mundo y empieza en nosotros a florecer un sentimiento de amor y un sentir de protección increíble. Ese mismo sentir nos lleva a velar por su bien no solamente material, sino espiritual.
Con el tiempo aprendemos que nuestros hijos tendrán etapas complicadas en su vida espiritual, algunas veces por rebeldía y otras veces por acciones directas de Satanás. Es allí donde como padres debemos sujetarnos a nuestra Fe y ayudarlos a través de nuestras oraciones.