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Una carrera se inicia con entusiasmo y con fuerza, pero en el trayecto se presentan obstáculos que pueden hacer que desertemos o nos cansemos. La carrera de la fe es similar, no es sencilla pero tampoco imposible de terminarla, así que ¡no te rindas!
En el trayecto, uno de los obstáculos es que perdamos el enfoque en Cristo, quien es el autor y consumador de nuestra fe, y nos concentremos en nosotros mismos, en nuestros logros o en lo que no hemos alcanzado.
No te rindas, Dios aún tiene mucho para darte y hacer en tu vida.