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Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:14-20).
Una promesa como esta resulta muy alentadora, sobre todo cuando vemos que hay vientos borrascosos que están golpeando muy fuertemente el sustento para la familia. También es alentadora cuando vemos que la aparición de una enfermedad se hace presente para atemorizarnos y robarnos el gozo que nos viene del Señor. Y lo es también cuando notamos que hay vacíos en la vida, tales como: la soledad, la falta de comprensión; y en algunos casos, hasta la falta de un amor verdadero.