Por Sissy Rosembrock
Pido, pues, que conozcan ese amor, que es mucho más grande que todo cuanto podemos conocer, para que lleguen a colmarse de la plenitud total de Dios.
Efe 3:19
Esta es una corta y hermosa oración cuyo fin es que podamos experimentar de manera personal el amor de Cristo, un amor tan grande y maravilloso que ni toda la vida nos ajustaría para conocerlo o comprenderlo.
¡El amor de Cristo es un océano sin orillas… no tienen final!
Tal como se lee en Jeremías 31:3 “Yo te he amado con amor eterno; por eso te sigo tratando con bondad.”]
Podemos abrazar el amor del Señor a cada instante y aprender de él, aunque nuestra mente finita no alcance a comprenderlo.
Sin embargo, aunque no podamos entenderlo podemos experimentarlo, y podemos ser colmados de esa plenitud.
“La plenitud de Dios” es una expresión que reúne su gloria, su poder, sus atributos, su naturaleza divina, su abundancia y su amor.
Dios es amor y Él impartió ese amor a su creación en su forma más elevada y pura a través de la obra perfecta de su Hijo Jesucristo.
Jesús a través de su vida, su obra, su pasión, muerte y resurrección encarnó ese amor y lo hizo evidente ante nosotros.
Cuando le entregamos nuestra vida a Jesús y lo recibimos como nuestro Señor y Salvador, recibimos también su Espíritu Santo, quien viene a morar dentro de nosotros, y es a través de Él que la plenitud de Dios se derrama sobre nuestra vida si vivimos en una constante comunión con Cristo
[Juan 1:16 Ciertamente de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.]
El deseo de Dios para sus hijos e hijas es que estemos rebozando de su presencia,
para que dentro de nosotros no haya ningún tipo de vacío que cause dolor, tristeza o desencanto.
Porque los seres humanos tenemos en nuestro interior un vacío del tamaño de Dios;
y si el Señor no lo llena viviremos siempre insatisfechos, por mucho que alcancemos nada podrá ser suficiente si no tenemos a Cristo en nuestro corazón.
Mantengamos unidos a nuestro Señor, busquemos experimentar su inmenso amor que solo es conocido por aquellos que lo poseemos, viviendo en Cristo recibiremos su plenitud y contemplaremos su gloria.
“Conocer el amor de Cristo es la esencia de la más completa plenitud.”