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Una sonrisa no cuesta nada, pero da mucho. Enriquece a aquellos que la reciben, sin empobrecer a aquellos que la dan. Toma tan sólo un momento, pero su recuerdo, a veces, dura para siempre. Ella trae descanso al cansado, es el antídoto para las preocupaciones.
Sonríe, Dios te ha dado la oportunidad de hacerlo. Él está dentro de ti y de ti resplandece su alegría.