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Está en nosotros si construimos nuestras vidas de manera distraída, reaccionando cuando deberíamos actuar, dispuestos a poner en ello menos que lo mejor. En puntos importantes, no ponemos lo mejor de nosotros en nuestro trabajo. Entonces con pena vemos la situación que hemos creado y encontramos que estamos viviendo en la casa que hemos construido. Si lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente. Piensa como si fueras el carpintero. Piensa en tu casa. Cada día clavas un clavo, levantas una pared o edificas un techo.
Construye con sabiduría. Es la única vida que podrás construir. Inclusive si sólo la vives por un día más, ese día merece ser vivido con gracia y dignidad.