¡Demos gracias a Dios
por su amor,
por todo lo que ha hecho
en favor nuestro!
Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor…
Confía en mí en tus tribulaciones para que yo te libre y puedas darme la gloria.
«Honra a tu padre y a tu madre». Ese es el primer mandamiento que contiene una promesa:
El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia.
No tengas miedo, porque yo estoy contigo;
no te desalientes, porque yo soy tu Dios.
Te daré fuerzas y te ayudaré;
te sostendré con mi mano derecha victoriosa.
Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa?
Puedes hacer todos los planes que quieras, pero el propósito del Señor prevalecerá.
En cambio, quiero ver una tremenda inundación de justicia y un río inagotable de rectitud.
No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes.