Que todo lo que soy alabe al SEÑOR.
¡Oh SEÑOR mi Dios, eres grandioso!
Te has vestido de honor y majestad.
¡Sí, yo soy el pan de vida!
El Señor te bendecirá porque creíste que sucedería lo que él te dijo.
Entonces nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu prado, te expresaremos gratitud por los siglos de los siglos, y alabaremos tu grandeza de generación en generación.
Ustedes son la luz del mundo, como una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse.
Que el Señor de paz les dé paz en todo momento y de toda manera. Que el Señor esté con todos ustedes.
Jesús le preguntó:
¿Puedes confiar en Dios? Para el que confía en él, todo es posible.
En aquel día, él será tu cimiento seguro,
y te proveerá de una abundante reserva de salvación, sabiduría y conocimiento;
el temor del SEÑOR será tu tesoro.
Pero ahora el SEÑOR mi Dios me ha dado paz por todas partes; no hay adversario ni calamidad.
Adoraré al SEÑOR
porque ha sido bueno conmigo.