Jesús les dice: Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta el borde. También les dice: Sacad ahora y llevad al maestresala. Y se la llevaron. Cuando el maestresala probó el agua hecha vino (porque no sabía de dónde provenía, aunque no lo sabían los servidores que habían sacado el agua), el maestresala llama al esposo, y le dice: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando están embriagados, el peor; pero tú has guardado el buen vino hasta ahora.
Juan 2:7-10 (BTX)
Vivimos en tiempos en donde la gente corre buscando seguridad para su vida y para todo lo que posee, (a lo que el ser humano le da valor); lo cual produce mucho afán, mucha ansiedad, ya que el sistema del mundo no lo provee. Aumenta la inseguridad en las calles, en las finanzas, la economía del país y del mundo; trabajan, se esmeran pero no hay felicidad, no hay contentamiento.
En la antigüedad, para situarnos en el relato bíblico, la falta de vino significaba un mal augurio para los recién casados, era mal visto ante la sociedad, hablaba de mala administración, por eso la preocupación.
El hecho de que el Señor fuera invitado no era casualidad, aunque ellos no lo entendían aún.
El agua representa la palabra de Dios, y lo confirman estas citas bíblicas entre otras:
Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
(Isaías 55:10-11)
Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.
(1 Corintios 3:6)
Jesús en el desarrollo de su ministerio en la tierra no sólo predicó la Palabra de Dios, sino que Él mismo anduvo por la Palabra, Él era la Palabra viviente.
En las palabras del profeta Isaías entendemos el propósito de la palabra de Dios, sale de su boca y produce frutos, jamás vuelve vacía. En lo vertiginoso de nuestra vida solemos dejar de lado el estudio de la palabra de Dios, sin entender que es vital para nuestra vida y comunión con Él.
Soplan vientos con muchas posibilidades para la iglesia del Señor, dado que profundas tinieblas se ciernen sobre el mundo que desespera en busca de la verdadera felicidad que; cuándo más se afana menos la encuentra. Pero qué bueno que, aunque haya oscuridad la luz de Cristo resplandece sobre su pueblo trayendo esperanza a las situaciones más desesperadas.