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¿Cuántas veces en tu vida tus ansias, miedos y ansiedades te han hecho querer gritar en voz alta? Este es un sentimiento común cuando los problemas de la vida nos rodean de tal manera que nos sentimos abrumados y desesperados.
El Salmista también se sintió así; sus problemas lo golpearon de tal manera que clamó al Señor por ayuda. Entonces, sigue su ejemplo. Pon tus necesidades a los pies de Dios, incluso si eso requiere que grites. Sí, porque Dios es nuestro Padre amoroso…