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Día tras día y durante años, Enrique le hablaba al Señor de su preocupación por su yerno Juan, el cual se había alejado de Dios, pero, al tiempo, Enrique murió.
Meses más tarde, Juan volvió al Señor. Cuando su suegra le dijo que Enrique había orado por él todos los días, Juan respondió: Esperé demasiado. No obstante, ella replicó gozosa: El Señor sigue contestando las oraciones que él hizo durante su vida terrenal.
La historia de Enrique es alentadora para quiénes están pasado un tiempo de espera en Dios
Contento en la esperanza, sufridos en la tribulación, perseverante en la oración.