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En el gran océano de la vida, hay días de apacible calma, aunque también hay días de vientos huracanados. Las circunstancias inesperadas podrían ser financieras, familiares o de salud, y quizá nos hagan creer que probablemente nos hundiremos. Sin embargo, debemos tener la seguridad de que, Aquel que reprendió al viento y apaciguó las olas, aún sigue con nosotros dispuesto a darnos salvación.