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Un maestro cristiano quiso enseñar de manera más viva y práctica la verdad referida, y saber que la salvación es un don divino que se recibe por la fe. Para este fin sacó de su bolsillo el reloj y lo ofreció “sin dinero y sin precio” al mayor de sus discípulos, diciéndole:
“El reloj es tuyo si lo aceptas”
Este pensaba que el maestro se burlaba de él y que los compañeros se reirían si alargaba la mano.