Somos muy buenos para pedir a Dios, y queremos que nos responda rápido, somos muy bíblicos a la hora de pedir puesto que Jesús mismo nos dijo que si pedíamos se nos daría, si buscábamos hallaríamos y si tocamos a la puerta, esta se nos abrirá. Pero al mismo tiempo deberíamos también ser bíblicos a la hora de analizar qué es lo que Dios pide de nosotros.
Es cierto que Dios es Todopoderoso y capaz de responder a nuestras peticiones, pero también deberíamos pensar que Él como Padre anhela que nosotros sus hijos seamos como Él quiere que seamos.
Veamos qué dice la Palabra de Dios en cuanto a lo que Dios quiere de nosotros:
“«Altísimo Dios y rey nuestro, ¿cómo podemos presentarnos ante ti? Podemos ofrecerte terneros de un año, pero no es eso lo que quieres; podemos ofrecerte mil carneros, o diez mil litros de aceite, pero tampoco eso te agrada; ¡ni siquiera esperas como ofrenda al mayor de nuestros hijos en pago por nuestros pecados!» Pero ya Dios les ha dicho qué es lo mejor que pueden hacer y lo que espera de ustedes. Es muy sencillo: Dios quiere que ustedes sean justos los unos con los otros, que sean bondadosos con los más débiles, y que lo adoren como su único Dios.”
Miqueas 6:6-8 (TLA)
Esta Palabra nos enseña que Dios no quiere sacrificios, que Dios no quiere nada material, ni humano, lo que Dios quiere en síntesis es: “Dios quiere que ustedes sean justos los unos con los otros, que sean bondadosos con los más débiles, y que lo adoren como su único Dios.”
Lo que Dios pide son acciones que solo pueden producirse en un corazón renovado, en una persona que ha nacido de nuevo, es un hijo de Dios que sabe realmente cuál ha sido su llamado y que anhela diariamente agradar a su Padre Celestial.
La pregunta es: ¿Estaremos cumpliendo con lo que Dios quiere de nosotros?
Por un momento reflexiona cuán justo has estado siendo con los demás, reflexiona que tan bondadoso eres con los más débiles y sobre todo reflexiona si Dios es quien está en el primer lugar de tu vida. Son tres cosas, pareciera que la última es la más fácil, pero si realmente amas a Dios y lo reconoces y lo adoras como el único Dios de tu vida, entonces las otras dos tendrían que fluir fácilmente de tu vida, pero si no es así entonces debemos examinar qué es lo que está pasando.
Hoy te invito a sincerarnos delante de Dios, a evaluar nuestro nivel de justicia, de amor, de bondad, de misericordia hacia los demás y el nivel de amor y comprensión que tenemos acerca de Dios para cumplir lo que Él quiere de nosotros.
Tratemos de no ser egoístas queriendo solo que Dios nos dé, seamos agradecidos también dándole a Él lo que Él quiere de nosotros y eso no tiene que ver con lo material o con una acción en específica, sino con un corazón que lo ame sinceramente y que viva para Él y entonces todo lo demás será más fácil.
¿Estás dispuesto a dar a Dios lo que Él quiere de nosotros?