Una vez, un rey de un país no muy lejano reunió a los sabios de su corte y les dijo:
– “He mandado hacer un precioso anillo con un diamante. Quiero guardar, oculto dentro del anillo, algunas palabras que puedan ayudarme en los momentos…
Tú me enseñas el camino que lleva a la vida.
Hay mucha alegría en tu presencia;
a tu derecha hay placeres que duran para siempre.
Pues el SEÑOR tu Dios vive en medio de ti.
Él es un poderoso salvador.
Se deleitará en ti con alegría.
Con su amor calmará todos tus temores.
Se gozará por ti con cantos de alegría.