No te dejes impresionar por tu propia sabiduría.
En cambio, teme al SEÑOR y aléjate del mal.
Entonces dará salud a tu cuerpo
y fortaleza a tus huesos.
El SEÑOR te guiará permanentemente,
dará satisfacción a tus necesidades
cuando estés en tierras resecas,
y fortalecerá tus huesos.
Serás como un jardín,
como manantial de agua que nunca se seca.