SEÑOR, tú eres mi alimento,
lo único que poseo de valor y la copa de la que bebo.
¡Mi futuro está en tus manos!
Quiero que los hombres oren en todas partes. Los que levanten las manos a Dios para orar deben vivir para agradar a Dios y consagrarse a él, sin dejarse enojar ni meterse en discusiones.
Pon en manos del SEÑOR todo lo que haces,
para que tus planes se hagan realidad.