Que las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón sean de tu agrado, oh Señor, mi roca y mi redentor.
Esto dice el SEÑOR,
tu Redentor, el Santo de Israel:
Yo soy el SEÑOR tu Dios,
que te enseña lo que te conviene
y te guía por las sendas que debes seguir.