Podrán desfallecer mi cuerpo y mi corazón,
pero Dios es la roca de mi corazón;
él es mi herencia eterna.
Puede fallarme la salud y debilitarse mi espíritu, pero Dios sigue siendo la fuerza de mi corazón; él es mío para siempre.
Ya casi no tengo fuerzas,
pero a ti siempre te tendré;
¡mi única fuerza eres tú!