Confiésense los pecados unos a otros y oren los unos por los otros, para que sean sanados. La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos.
Pero él fue herido
por nuestras rebeliones,
fue golpeado por nuestras maldades;
él sufrió en nuestro lugar,
y gracias a sus heridas
recibimos la paz y fuimos sanados.
Cristo mismo llevó en su cuerpo nuestros pecados a la cruz, para que muramos al pecado y llevemos una vida justa. Cristo fue herido para que ustedes fueran sanados.
Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz.
La fe puede mover montañas, hacer cosas imposibles, conquistar batallas, librar de enemigos, etc. Pero sobre todo puede hacer que nuestra vida sea agradable para Dios.
En el libro de Mateo 9:27–30 encontramos la historia de dos hombres ciegos que le siguieron a Jesús…
Cristo mismo llevó en su cuerpo
nuestros pecados a la cruz,
para que muramos al pecado
y llevemos una vida justa.
Cristo fue herido para que ustedes
fueran sanados.