Esto dice el SEÑOR,
tu Redentor, el Santo de Israel:
Yo soy el SEÑOR tu Dios,
que te enseña lo que te conviene
y te guía por las sendas que debes seguir.
Entiende, pues, que el SEÑOR tu Dios es el único Dios fiel,
que por mil generaciones es fiel a su alianza y muestra
su lealtad a los que le aman y obedecen sus mandamientos.
Entonces, Señor, ¿dónde pongo mi esperanza?
Mi única esperanza está en ti.
Yo mismo fortaleceré a mi pueblo,
y haré que avancen confiados
en mi permanente ayuda.
Lo afirmo yo,
que soy el SEÑOR Todopoderoso.
Por eso, SEÑOR te daré gracias entre las naciones
y cantaré alabanzas a tu nombre.
En cuanto a mí, pobre y necesitado,
que el Señor me tenga en sus pensamientos.
Tú eres mi ayudador y mi salvador;
oh Dios mío, no te demores.
El salmo que nos vuelve ovejas del redil del Señor, ese en el que podemos confiar en sus palabras y hacerlas nuestras, el que nos hace sentir que, siendo el nuestro pastor, ninguna fiera nos podrá devorar. Este salmo nos habla de nuestro…
Pero benditos son los que confían en el señor
y han hecho que el Señor sea su esperanza y confianza.
Encomienda al SEÑOR todo cuanto haces,
confía en que él
te ayudará a realizarlo, y él lo hará.
Miren, es nuestro Dios!
Vino a salvarnos.
¡Es el SEÑOR!
Lo estábamos esperando.
Alegrémonos y disfrutemos su salvación»