¡Ah, Señor DIOS! Ciertamente, Tú hiciste los cielos y la tierra con Tu gran poder y con Tu brazo extendido. Nada es imposible para Ti.
Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio
y renueva un espíritu fiel dentro de mí.
Quien ame a Dios vivirá feliz,
y sus hijos heredarán la tierra.
A él le pido que en su infinita grandeza les conceda a ustedes fortaleza interior a través del Espíritu.
¡Demos gracias a Dios
por su amor,
por todo lo que ha hecho
en favor nuestro!
Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor…
Confía en mí en tus tribulaciones para que yo te libre y puedas darme la gloria.
«Honra a tu padre y a tu madre». Ese es el primer mandamiento que contiene una promesa:
El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia.