𝗗𝗜𝗢𝗦 𝗘𝗦 𝗔𝗠𝗢𝗥 𝐲 𝐄𝐥 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭𝐨 𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐜𝐡𝐚 𝐅𝐮𝐞𝐫𝐚 𝐄𝐥 𝐓𝐞𝐦𝐨𝐫. Por Sissy Rosembrock

Hemos crecido con una imagen distorsionada acerca del amor,
el diccionario lo define como: 𝐒𝐞𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐯𝐢𝐯𝐨 𝐚𝐟𝐞𝐜𝐭𝐨 𝐞 𝐢𝐧𝐜𝐥𝐢𝐧𝐚𝐜𝐢ón 𝐡𝐚𝐜𝐢𝐚 𝐮𝐧𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚.
y un sentimiento es un <e𝚜𝚝𝚊𝚍𝚘 𝚍𝚎 á𝚗𝚒𝚖𝚘 𝚘 disposición 𝚎𝚖𝚘𝚌𝚒𝚘𝚗𝚊𝚕 𝚑𝚊𝚌𝚒𝚊 𝚞𝚗𝚊 𝚌𝚘𝚜𝚊, 𝚞𝚗 𝚑𝚎𝚌𝚑𝚘 𝚘 𝚞𝚗𝚊 𝚙𝚎𝚛𝚜𝚘𝚗𝚊.>

Entonces percibimos el amor, según nuestro estado de ánimo.
Pero EL AMOR de DIOS no tiene dos caras… porque Él no es voluble como nosotros, (no se mueve con base a sentimientos) [No te ama más si te portaste bien, o te ama menos si te portaste mal.]
En Él no hay mudanza ni sombra de variación, por lo tanto, su AMOR ES PERMANENTE, estable, incondicional y eterno.

En Jeremías 31:3 leemos
𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐥𝐞𝐬 𝐝𝐢𝐣𝐨: “𝐍𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐡𝐞 𝐝𝐞𝐣𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐦𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 𝐲 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐥𝐨 𝐡𝐚𝐫é. ¡𝐄𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚 𝐚𝐦𝐨𝐫, 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐲 𝐦á𝐬 𝐚𝐦𝐨𝐫!
Tienes que saber que DIOS nunca se rendirá contigo, jamás serás para Él un caso perdido, Dios se preocupa por ti, por cada uno de los detalles de tu vida, El Señor no lleva una cuenta o un registro de tus pecados, ni se deleita cuando tú caes (Si tú vas a él arrepentido de tus faltas, Dios es fiel y justo para perdonarte y limpiarte de todo mal). El Amor De Dios nunca muere porque DIOS ES AMOR.

𝗣𝗲𝗿𝗼 ¿𝗰ó𝗺𝗼 𝗲𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗲𝘀𝗲 𝗔𝗠𝗢𝗥, 𝗲𝗰𝗵𝗮 𝗳𝘂𝗲𝗿𝗮 𝗲𝗹 𝘁𝗲𝗺𝗼𝗿?
dice La Escritura que:
<𝖢𝗎𝖺𝗇𝖽𝗈 𝗁𝖺𝖼𝖾𝗆𝗈𝗌 𝗋𝖾𝗌𝗂𝖽𝖾𝗇𝖼𝗂𝖺 𝗉𝖾𝗋𝗆𝖺𝗇𝖾𝗇𝗍𝖾 𝖾𝗇 𝗎𝗇𝖺 𝗏𝗂𝖽𝖺 𝖽𝖾 𝖺𝗆𝗈𝗋, 𝗏𝗂𝗏𝗂𝗆𝗈𝗌 𝖾𝗇 𝖣𝗂𝗈𝗌 𝗒 𝖣𝗂𝗈𝗌 𝗏𝗂𝗏𝖾 𝖾𝗇 𝗇𝗈𝗌𝗈𝗍𝗋𝗈𝗌. 𝖣𝖾 𝖾𝗌𝗍𝖺 𝗆𝖺𝗇𝖾𝗋𝖺, 𝖾𝗅 𝖺𝗆𝗈𝗋 𝗌𝖾 𝗁𝖺𝖼𝖾 𝖼𝖺𝗋𝗀𝗈 𝖽𝖾 𝗅𝖺 𝖼𝖺𝗌𝖺, 𝗌𝖾 𝖼𝗈𝗇𝗏𝗂𝖾𝗋𝗍𝖾 𝖾𝗇 𝗁𝗈𝗀𝖺𝗋 𝗒 𝗆𝖺𝖽𝗎𝗋𝖺 𝖾𝗇 𝗇𝗈𝗌𝗈𝗍𝗋𝗈𝗌, 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝗊𝗎𝖾 𝖾𝗌𝗍𝖾𝗆𝗈𝗌 𝗅𝗂𝖻𝗋𝖾𝗌 𝖽𝖾 𝗉𝗋𝖾𝗈𝖼𝗎𝗉𝖺𝖼𝗂𝗈𝗇𝖾𝗌 𝖾𝗇 𝖾𝗅 𝖣í𝖺 𝖽𝖾𝗅 𝖩𝗎𝗂𝖼𝗂𝗈: 𝗇𝗎𝖾𝗌𝗍𝗋𝖺 𝗉𝗈𝗌𝗂𝖼𝗂ó𝗇 𝖾𝗇 𝖾𝗅 𝗆𝗎𝗇𝖽𝗈 𝖾𝗌 𝗂𝖽é𝗇𝗍𝗂𝖼𝖺 𝖺 𝗅𝖺 𝖽𝖾 𝖢𝗋𝗂𝗌𝗍𝗈.
𝙀𝙣 𝙚𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙣𝙤 𝙝𝙖𝙮 𝙡𝙪𝙜𝙖𝙧 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙚𝙡 𝙢𝙞𝙚𝙙𝙤. 𝙀𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙗𝙞𝙚𝙣 𝙛𝙤𝙧𝙢𝙖𝙙𝙤 𝙙𝙚𝙨𝙩𝙞𝙚𝙧𝙧𝙖 𝙚𝙡 𝙢𝙞𝙚𝙙𝙤. 𝘿𝙖𝙙𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙡 𝙢𝙞𝙚𝙙𝙤 𝙚𝙨 𝙥𝙖𝙧𝙖𝙡𝙞𝙯𝙖𝙣𝙩𝙚, 𝙪𝙣𝙖 𝙫𝙞𝙙𝙖 𝙩𝙚𝙢𝙚𝙧𝙤𝙨𝙖 —𝙢𝙞𝙚𝙙𝙤 𝙖 𝙡𝙖 𝙢𝙪𝙚𝙧𝙩𝙚, 𝙢𝙞𝙚𝙙𝙤 𝙖𝙡 𝙟𝙪𝙞𝙘𝙞𝙤— 𝙚𝙨 𝙪𝙣𝙖 𝙫𝙞𝙙𝙖 𝙦𝙪𝙚 𝙖ú𝙣 𝙣𝙤 𝙚𝙨𝙩á 𝙘𝙤𝙢𝙥𝙡𝙚𝙩𝙖𝙢𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙛𝙤𝙧𝙢𝙖𝙙𝙖 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧. 1 Juan 4:17-18

Cuando estamos seguros que alguien nos ama, confiamos en esa persona, sabemos que siempre procurará nuestro bien. Tal cual cuando somos conscientes del Amor de DIOS por nosotros tenemos la plena confianza de que nuestro Padre es nuestra cobertura, nuestro guardador y nuestro protector y por esa confianza en ese amor podemos hacerle frente al temor y vencerlo.

𝖢𝗎𝖺𝗇𝖽𝗈 𝗌𝗂𝖾𝗇𝗍𝗈 𝗆𝗂𝖾𝖽𝗈, 𝖼𝗈𝗇𝖿í𝗈 𝖾𝗇 𝗍𝗂, 𝗆𝗂 𝖣𝗂𝗈𝗌, 𝗒 𝗍𝖾 𝖺𝗅𝖺𝖻𝗈 𝗉𝗈𝗋 𝗍𝗎𝗌 𝗉𝗋𝗈𝗆𝖾𝗌𝖺𝗌; 𝖢𝗈𝗇𝖿í𝗈 𝖾𝗇 𝗍𝗂, 𝗆𝗂 𝖣𝗂𝗈𝗌, 𝗒 𝗒𝖺 𝗇𝗈 𝗌𝗂𝖾𝗇𝗍𝗈 𝗆𝗂𝖾𝖽𝗈. ¡𝖭𝖺𝖽𝗂𝖾 𝗉𝗈𝖽𝗋á 𝗁𝖺𝖼𝖾𝗋𝗆𝖾 𝖽𝖺ñ𝗈 𝗃𝖺𝗆á𝗌!
Salmo 56:3-4