“Mantén lejos de mí la vanidad y la mentira; no me des pobreza ni riquezas, pero dame solo mi pan de cada día”. (Pro_30: 8)
Hay un lugar de provisión que nos conviene. Un lugar donde no tenemos ni demasiado ni demasiado poco. Pero este lugar no es el lugar donde muchos quieren vivir. En cambio, aspiramos a acumular un aumento tan grande que ya no tengamos que preocuparnos por nada.
Se llama huevos de nido.
Pero no somos pájaros; Somos personas. Específicamente, somos el pueblo de Dios. Las ovejas de su prado. ¿No podemos confiar en que Él nos cuidará? ¿Debemos estar siempre a la caza de más y más y más? ¿Y esta caza ocupa tanto nuestros pensamientos que nos hace hacer oídos sordos y hacer oídos sordos a los que nos rodean y que necesitan lo que tenemos almacenado para nosotros?
¿No hay algo de malo en eso?
¿Y qué harás cuando finalmente te acomodes en tus ahorros y solo entonces descubras que no es suficiente? No solo eso, sino que te has perdido una vida de extraordinaria bendición y plenitud.
Mire el resto del pasaje de la Escritura: “Mantén la falsedad y la mentira lejos de mí; no me des pobreza ni riquezas, pero dame solo mi pan de cada día. De lo contrario, puede que tenga demasiado y te repudie y diga: “¿Quién es el SEÑOR?”, O podría volverme pobre y robar, y así deshonrar el nombre de mi Dios “(Pro_30: 8-9).
¿No preferirías caminar en una amistad inquebrantable con Jesús, depositando tus preocupaciones sobre Él y observando a diario cómo Él se prueba a ti mismo una y otra vez? ¿No preferirías ser rico en fe y radiante en generosidad? ¿No querrías que tu vida honrara Su nombre siendo una bendición para los que te rodean?
Luego, deje que el Señor lo lleve a una vida equilibrada, donde el pan de cada día lo sostenga más allá de toda creencia. Él es el Señor, y esto es lo que hará por ti.
Teme a Dios, no al hombre. Confía en Dios, no en las riquezas. Sirve a Dios, no a ti mismo.
Pr. Jorge Escobar
