7 Esa noche Dios se le apareció a Salomón y dijo: ¿Qué es lo que quieres? ¡Pídeme, y yo te lo daré!
8 Salomón le contestó a Dios: Tú mostraste gran y fiel amor a David, mi padre, y ahora me has hecho rey en su lugar. 9 oh SEÑOR Dios, ¡te ruego que sigas manteniendo la promesa que le hiciste a David mi padre, pues me has hecho rey sobre un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra! 10 dame la sabiduría y el conocimiento para guiarlo correctamente, porque, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo?
11 Dios le dijo a Salomón: Por cuanto tu mayor deseo es ayudar a tu pueblo, y no pediste abundancia ni riquezas ni fama ni siquiera la muerte de tus enemigos o una larga vida, sino que has pedido sabiduría y conocimiento para gobernar a mi pueblo como es debido, 12 ciertamente te daré la sabiduría y el conocimiento que pediste. ¡Pero también te daré abundancia, riquezas y fama como nunca las tuvo ningún otro rey antes que tú y como ninguno las tendrá en el futuro!
Meditando en ciertas necesidades personales y batallas espirituales a las que me enfrento me hice la pregunta, si todas mis peticiones las resumiera en una ¿Qué le pediría a Dios? Y humanamente hice la lista de cada una de ellas para ver cual era la que más deseaba.
Dios se presentó ante Salomón y le dijo ¿Qué es lo que quieres? ¡Pídeme, y yo te lo daré! Y Salomón respondió dame sabiduría y conocimiento y es lo que continuamente nosotros debemos pedir, se requiere de sabiduría y conocimiento para enfrentar cada batalla espiritual, tomar decisiones correctas, ser fuertes ante cada adversidad, elegir con quien relacionarnos, y saber que decir y no decir ante cada situación, etc.
Continuamente nuestras oraciones están mal centradas acudimos a nuestro Amado Salvador pidiendo cosas terrenales y es que las cosas de este mundo nos roban el aliento de vida, olvidamos continuamente que todo lo que este mundo nos ofrece es pasajero, que cuando Dios nos llame a su presencia todo se quedará aquí.
Necesitamos poner nuestra mirada en las cosas eternas y atesorar aquellas cosas que nadie nos puede quitar y que se irán con nosotros cuando partamos de aquí. Necesitamos centrarnos en Dios y en su reino. Amados, pidamos a Dios continuamente que nos dé su sabiduría y conocimiento, para ser más que vencedores en todo.