El salmo que nos vuelve ovejas del redil del Señor, ese en el que podemos confiar en sus palabras y hacerlas nuestras, el que nos hace sentir que, siendo el nuestro pastor, ninguna fiera nos podrá devorar. Este salmo nos habla de nuestro buen Dios como el que nos cuida, protege y nos provee; sin Él en nosotros nada somos.
David, siendo de profesión pastor de ovejas, quien cuidaba el rebaño de su padre Isaí, sabe lo que es cuidar, proteger, vigilar y salir a la defensa cuando una amenaza se hace presente. Ya fuera el león o el oso, él cuidaba su rebaño.
En Juan 10: 11, 14; dice: Yo soy el buen pastor. Jesucristo toma este rol, comparando a su pueblo amado como a un rebaño, pero no sólo a Israel, sino que también a todos aquellos que en Él crean. Él es el buen pastor y Él da la vida por sus ovejas. Eso hizo Jesús por nosotros.
Salmo 23 V.1 Jehová es mi pastor nada me faltará.
David escribe este salmo en los días de su reinado, pero no se avergüenza de sus inicios como pastor de ovejas. Al pensar sobre Dios, el Dios de Israel, David utiliza la analogía de un pastor y sus ovejas; lo interesante es que él deja el oficio de rey y se ve como una oveja y al Dios todo poderoso como el Pastor de él.
Oniss García
