¿Eres de esas personas que quieren siempre tener el control de todas las circunstancias? Habemos muchos así, queremos tener el volante todo el tiempo y decidir por nosotros mismos y por los demás.
Pero cuando le hemos entregado nuestra vida a Jesucristo, debemos cederle el derecho de conducir, y sentarnos a su lado y disfrutar el viaje junto a él.
Cuando voy en el auto con mi esposo, él conduce, y tengo la tendencia de no ser una buena copiloto, siempre le voy diciendo: frene, reduzca la velocidad, cuidado viene otro carro; y termino sacándolo de quicio y me dice: “déjeme conducir a mí, tengo muchísimos más años de experiencia que usted en esto, sé lo que estoy haciendo”. Y caigo a razón de que eso es verdad.
Exactamente, lo mismo hago con Dios, tiendo a decirle cómo hacer las cosas (no lo hago de manera premeditada), pero argumento o razono demasiado cuando él me da instrucciones, o no le obedezco porque creo que haciendo las cosas a mi manera o a la manera del mundo saldrán mejor las cosas, le estoy arrebatando el volante al Señor, y le estoy insinuando “deja, yo conduzco mejor que tú”.
¿Te ha pasado? ¿Le has quitado el volante de tu vida a DIOS y lo has sentado de copiloto?
¿Estás tomando tus propias decisiones sin buscar su dirección?
Te aseguro por experiencia propia que si es así no estás yendo por el camino correcto, vas a perder tu ruta y puedes perder tu destino.
Sé que no es fácil ceder el volante (porque no es fácil renunciar al control), pero si dejamos conducir a DIOS y nos sentamos a su lado vamos en las mejores manos, Él tiene toda la experiencia que se requiere para conducirnos por el viaje de la vida (Él lo sabe todo, Él lo puede todo) ningún camino le tomará por sorpresa, con DIOS vamos seguros a nuestro destino.
Así que, qué te parece si cada día, al abrir nuestros ojos y luego de agradecerle al Padre Eterno por un nuevo amanecer, le decimos: ABBA, tú manejas mejor que yo, toma el volante, yo me siento al lado tuyo y disfruto el viaje de este día.
El Señor me saca de caminos gastados y duros, y me lleva a caminos donde la verdad y la justicia hacen eco de su Nombre.
Salmo 23:3
Con Amor y Verdad
