Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Cada uno de nosotros camina por diferentes desiertos donde la falta de agua y la necesidad de una provisión por la gracia de Dios es necesaria para garantizar nuestra existencia, y es Jesucristo quien nos dice.
“Si alguno tiene sed, venga a mí y…