“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9)
El favor de Dios es un regalo inmerecido que nos llena de bendiciones y nos abre puertas que jamás podríamos abrir por nuestras propias fuerzas. Es Su amor infinito que se manifiesta en nuestras vidas, guiándonos, protegiéndonos y dándonos todo lo que necesitamos para alcanzar nuestro propósito.
El favor divino en acción
La Biblia está llena de ejemplos del favor de Dios en la vida de Sus hijos. Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés, David y muchos otros experimentaron Su gracia de manera extraordinaria. Dios los bendijo con salud, prosperidad, victorias y un propósito glorioso.
¿Cómo podemos recibir el favor de Dios?
El favor de Dios no se gana con méritos ni esfuerzo humano. Es un regalo que se recibe por medio de la fe en Jesucristo. Cuando confesamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, Su sangre derramada en la cruz nos limpia de nuestros pecados y nos hace merecedores del favor divino.
Vivir bajo el favor de Dios
Cuando vivimos bajo el favor de Dios, experimentamos una vida llena de paz, gozo y propósito. Los obstáculos se convierten en oportunidades, los problemas se resuelven y las puertas se abren de manera inesperada.
El favor de Dios es un tesoro invaluable que está disponible para todos aquellos que creen en Jesucristo. No permitamos que las dudas o el desaliento nos roben esta bendición. Abramos nuestro corazón a Su amor y dejemos que Su gracia fluya en nuestras vidas.
Hoy demos gracias al Padre por Ese grandioso regalo, que nos dio a través de su hijo.