Se cuenta la historia de un hombre que en una noche muy oscura salió a dar un paseo. La luna a penas alumbraba y era muy difícil saber por dónde caminaba.
Entonces se tropezó con una bolsa llena de piedrecitas, la tomó en sus manos y mientras caminaba iba tirando una por una por el camino mientras regresaba a su casa.
Y cada vez que tiraba una piedrecita decía:
-Si yo fuera rico… sería feliz
-Si pudiera viajar por el mundo… sería feliz
-Si pudiera casarme con la mujer de mis sueños sería feliz.
Hizo esto hasta que quedaba una sola piedrecita en la bolsa la cual decidió guardar como recuerdo.
Cuando ya estaba en su casa se dio cuenta que la piedrecita que guardó se trataba de un diamante. ¿Te imaginas cuántos diamantes había tirado por el camino porque nunca se detuvo a observar de qué se trataba?
¿A cuántos de nosotros nos podría estar sucediendo lo mismo?
DIOS a veces permite que “tropecemos con bolsas que contienen tesoros adentro” y como hay cosas que no nos resultan interesantemente extraordinarias las vamos tirando o las dejamos relegadas en un rincón restándoles valor.
Podría ser que ya no le des importancia a tu misma relación con El Señor, o que tu familia haya pasado a segundo plano, o que consideras tu trabajo tan rutinario y fastidioso que lo hayas descuidado, o tal vez has descuidado a los que antes fueron tus amigos.
¿Qué piedrecitas vas dejando tiradas en el camino de tu vida?
¿Qué bendiciones u oportunidades estás desaprovechando por restarles importancia?
La Biblia dice que: Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto… (Santiago 1:17)
Aprende a apreciar esas “pequeñas piedrecitas” date el tiempo de valorar las bendiciones que DIOS te otorga, quizá podrían ser diamantes que tienes en tu mano y aún no te has dado cuenta.