En la actualidad el mundo se encuentra en tiempos difíciles, podemos llamarles episodios de oscuridad. Guerras, violencia, enfermedades, corrupción y una numerosa lista de desconciertos que nos rodean día a día llenando al ser humano de miedo, robándose la paz y esperanza de la vida de las personas.
Si nos basamos a este contexto la única salida que tenemos es buscar la luz de Dios y convertirnos en su instrumento.
En el libro de Mateo 5 los versos 14 al 16 nos dice:
Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.
Llaman mucho mi atención estas cuatro referencias:
1. Son la luz del mundo
2. No puede esconderse
3. Hagan brillar su luz
4. Alaben al padre que está en el cielo
¿Por qué llaman mi atención? Porque es El Padre dando directrices a nuestra vida, sobre qué debemos hacer con la luz que Él ha puesto en nuestra vida, qué fruto espera de nosotros al darnos esa gran bendición, pero también responsabilidad de ser luz en la tierra.
No debemos esconder nuestro brillo, sino hacerlo visible a todos, para que este sea observado y reflejado en otros. La luz del Señor en nosotros, será el resultado de nuestras buenas obras, conforme a la obediencia de su palabra, reflejada en nuestro carácter, actitudes, acciones y testimonios.
Abramos nuestros ojos para observar cada día la luz del Señor y que ella brille en nosotros. Hagámosla fuerte, cumpliendo su propósito, obedeciendo su palabra y siendo imitadores de Dios como hijos amados.
IZAMAR REYES
