Santiago. 5:7 “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía”
Somos parte de la familia de Dios: hijos de Dios; y como hijos de Dios, también hermanos en la fe los unos con los otros. En este pasaje se nos está exhortando a tener paciencia hasta la venida del Señor, pues hay gente que se impacienta, y algunos hasta el punto de decir que Jesús ya no viene. Pero el que no aguarda su venida, se acomoda, pues la Palabra dice que aquel que mantiene esta esperanza se purifica a sí mismo como Él es puro. El creyente debe tener paciencia, así como el labrador que espera el precioso fruto de la tierra. El que siembra sabe que al día siguiente no estará cosechando, sino que debe esperar el tiempo preciso; y que, si el fruto se toma su tiempo, será de mejor valor.
No solo el labrador espera recibir pacientemente, sino que también dice que espera “la lluvia temprana y tardía”. Para que el fruto anhelado esté maduro, debe venir con la lluvia temprana y la tardía. En lo natural, hay frutos que se cosechan adelantados a su temporada, y estos son como las primicias, y su precio es más caro porque no ha llegado la temporada aún. Luego viene la cosecha, y el precio se pone más barato. Al final de la temporada, también están aquellos frutos que quedan, a los que se les llama rebusco o rabiza, que suelen ser los frutos más pequeños. Primero entonces, están las primicias, luego la cosecha, y finalmente el rebusco.
El agricultor del cielo viene pronto y por esto debemos esperar con paciencia la venida del Señor, porque Él viene a recoger su fruto, el cual es el fruto de la aflicción de Cristo. Él murió por nosotros y fue el grano de trigo, la semilla que tuvo que caer a tierra y morir para que luego al germinar diese fruto. Nosotros fuimos el fruto de su aflicción.
El andar, guardar y poner por obra la Palabra, hace que el Señor te envíe la lluvia a su tiempo y tu tierra va a rendir frutos. y el árbol del campo dará su fruto y esto tómalo no solo a nivel de agricultura, pues es un principio divino aplicable a cualquier área de nuestra vida.
