“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un corazón recto dentro de mí”. (Salmos 51:10)
Hay momentos en que muchas personas sienten que necesitan su espacio para reflexionar, pensar, coordinar, centrarse y tomar decisiones.
En su afán por querer hacer lo mejor terminan aislando de sus vidas a las personas que precisamente más los quieren. A aquellos que lo que siempre han deseado es su bienestar. Muchas veces crean una barrera, ponen unos límites y en vez de buscar ayuda y respuestas en esas personas que los conocen y que muchas veces tienen más experiencia, las alejan. Pero uno nunca debe apartar de su vida a la gente que sinceramente lo quiere a uno por lo que es, con virtudes y defectos, cuando todo está bien o cuando las cosas parecen contrarias.
Y trayendo esto al plano espiritual, puedo mencionarles, las veces en que asfixiados naufragando sobre nuestros problemas, hemos distanciado a Dios de nuestras de vidas. La cantidad de veces que hemos recurrido a personas que solo nos causan más daño o confusión y buscamos a Dios como última alternativa, cuando el debió de ser nuestra primera opción.
Dios ha querido siempre traer bendición a nuestras vidas y crecimiento. Él no desea que estemos estancados. Sin embargo, cuántas veces hemos insistido en tomar el camino incorrecto, insistimos en seguir nuestros planes o en tomar atajos que cuando abrimos los ojos nos percatamos de que solo han hecho el camino más difícil y que muchas veces hemos arruinado eso tan especial y maravilloso que el Señor quería hacer en nuestras vidas. Hoy Dios desea que lo incluyas en tu vida y en tus planes. Que lo mantengas en tu agenda cada día de tu vida. Reconociendo que él sabe lo que es mejor para ti y te guiará hacia el mismo centro de su voluntad si le eres fiel y perseveras. Dios quiere penetrar cada poro de tu ser, toda tu existencia y saturarla con su amor y sabiduría no trates de huir de quien te conoció antes de que fueses formado en el vientre de tu madre. Rinde tu voluntad al que entrego su vida para que tuvieras salvación y libertad. Porque solo te haces más daño cuando alejas de tu vida lo que es verdaderamente bueno y real para ti. Somete tus pensamientos a la mente de Cristo, déjate amar por tu familia, por tus amigos, por aquellos que quieren tu bien. No juegues más a las escondidas y deja que el Señor penetre las áreas más ocultas y reservadas de tu ser para que puedas ser un instrumento de utilidad. Enfrenta de una vez tus temores, aprende a aceptar el consejo y la instrucción.
Deja que el Espíritu Santo con su soplo de vida y de unción queme todo aquello que no le agrada para que puedas recibir su unción y ser su reflejo.