“Huerto cerrado eres,…Fuente cerrada,…fuente sellada.”. – Cantares_4: 12
En esta metáfora, que hace referencia a la vida interior de un creyente, tenemos muy claramente la idea del secreto. Es un manantial cerrado: así como hubo manantiales en el Oriente, sobre los cuales se construyó un edificio, para que nadie pudiera llegar a ellos excepto los que conocían la entrada secreta; así es el corazón del creyente cuando es renovado por la gracia: hay una vida misteriosa dentro de la cual ninguna habilidad humana puede tocar. Es un secreto que ningún otro hombre conoce; es más, que el mismo hombre que lo posee no puede decirle a su vecino.
El manantial cerrado se conserva para el uso de alguna persona especial: y tal es el corazón del cristiano. Es un manantial guardado para Jesús. Todo cristiano debería sentir que tiene el sello de Dios sobre él, y debería poder decir con Pablo: “De ahora en adelante nadie me moleste, porque llevo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”.
Otra idea prominente, es la de la seguridad. ¡Oh! ¡Cuán segura y segura es la vida interior del creyente! Si todos los poderes de la tierra y el infierno pudieran combinarse contra él, ese principio inmortal aún debe existir, porque quien lo dio juró su vida por su preservación. ¿Y quién “es el que te hará daño”, cuando Dios es tu protector?
Pastor
Jorge Escobar