Pero Dios le dijo: «Samuel, no te fijes en su apariencia ni en su gran estatura. Éste no es mi elegido. Yo no me fijo en las apariencias; yo me fijo en el corazón».
1 Samuel 16:8
Vivimos en un mundo superficial dónde la apariencia es el factor principal para juzgar a una persona.
Por el contrario, Dios ve más adentro de nosotros, nuestros deseos, nuestras acciones, nuestro potencial y la sed por él.
Proverbios 4:23 RVR1960
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
Tal afirmación puede tomarse en forma literal desde un punto de vista médico. Sabemos ahora que la forma más efectiva de medicina para el corazón, es la preventiva. Muchas personas han alterado sus dietas, ajustado sus estilos de vida y emprendido un programa regular de ejercicios para evitar los efectos debilitantes o fatales de un ataque al corazón. No es probable que Salomón tuviera tales cosas en mente cuando escribió las palabras del libro de los Proverbios más de 900 años antes de Cristo.
Salomón indudablemente estaba haciendo una referencia figurada a aquella parte del hombre que fija la dirección de su vida, lo que comúnmente llamamos el corazón.
Por tal razón, cada accionar nuestro debe de estar dirigido por Dios. En nuestro corazón es donde nacen nuestras decisiones y deseos.
Guardar es sinónimo de cuidar, vigilar, custodiar; estar alerta, preservar una cosa o persona de cualquier daño, conservar, evitar algo.
Guarda tu corazón de archivar enojos, nos sepultan en sepulcros para no ver el sol resplandecer en cada puesta. Guarda tu corazón de las envidias, el egoísmo corrompe y maltrata lo que tienes y no te permite disfrutarlo. Guarda tu corazón de todo orgullo, la presunción es una coraza que cubre el corazón, lo hace insensible, deja de latir y muere
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu.
Salmo 51:10