La prioridad principal cuando realmente tienes una relación con el Señor, es obedecer su voluntad, los propósitos que permiten que toda persona que está a tu alrededor reconozca su Majestuosidad y el Reino de los Cielos que Él gobierna; sin embargo, todo tiene un orden, Él es un Dios de orden y hay que entender la manera en que Él quiere que obremos mientras avanzamos en su voluntad y sus propósitos.

Cuando le entregué mi vida al Señor y empecé a escuchar sus mandatos comprendí cuáles son mis prioridades en Él, y puedo ver cómo Él cumple poco a poco cada promesa por la sujeción a su voluntad.

La primer prioridad es Él, buscar su presencia y permanecer en su voluntad; es decir, obedecer y poner en práctica lo que Él, a través de su palabra nos enseña. Esta prioridad en mi caso, va ligada al rol de mujer, de esposa y de hija, pues debemos entender que el primer ministerio que es nuestra familia, es por el que primero debemos responder delante de Dios, antes que por cualquier otro ministerio que Él nos entregue. Obviamente esto mismo ocurre en el hombre, recordemos la importancia de respetar los lineamientos que Dios ha instaurado para conformar la familia: el hombre como la cabeza del hogar, la mujer quien debe sujetarse con respeto a su autoridad, porque ha sido delegado por Dios para representar el hogar delante de Él, y los hijos el fruto del amor y una bendición maravillosa por la cual los padres tienen que responder también ante Dios.

Habrán momentos en los que se requiera un poco más de concentración en las obras del Señor, pero esto no significa que el principal ministerio, el del hogar (matrimonio y los hijos) se debe descuidar; por el contrario, la victoria que el Señor da en la familia por la obediencia a sus mandamientos, es la misma victoria que se obtendrá en el resto de las obras que el Señor quiere que realicemos para Él.

Cuando nos dejamos llevar por la voz del Señor, entendemos esto y si realmente tenemos ese temor de Él en nuestro corazón, siempre -vamos a hacer lo correcto delante de sus ojos. No nos ganamos nada con obtener victorias de obras realizadas para el Señor, si no estamos cumpliendo su voluntad en el ministerio más importante que nos ha entregado, nuestro hogar.

La segunda prioridad, llevar a cabo el cumplimiento de sus obras, compartir sus buenas nuevas y no sólo compartirlas, demostrarlas con los hechos, ser un testimonio de su experiencia; no podemos predicar lo que no vivimos, no podemos decir que obedecemos al Señor y cumplimos su voluntad, si principalmente no estamos cumpliendo con las prioridades que Él mismo tiene establecidas en su palabra; en este caso, con la primera prioridad. Recordemos que todo lo que somos y hacemos es en sus fuerzas, no en las nuestras, necesitamos al Espíritu Santo para poder ver realizada su voluntad en toda su plenitud en nuestras vidas.

No seas tonto, y reconoce que si la fe que uno tiene no va acompañada de hechos, es una fe inútil. Santiago 2:20 (Dios Habla Hoy).

¡Seamos nosotros también testimonio de lo que decimos como lo es Jesucristo!

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